Yogyakarta

Jogja, primera parada en Indonesia y tercer país del Sudeste asiático, esta vez sí que esperábamos un cambio cultural significativo. Ajustamos el reloj a una hora menos que en Malasia (ahora 5 más que en España). Nos bastaron unas horas entre entre el aeropuerto y la estación de trenes de Jakarta para percibir el ritmo de vida más relajado de los indonesios. A continuación, nuestras primeras impresiones de Indonesia.



Decidimos no parar en Jakarta, aunque nuestro visado era de dos meses, no había mucho que nos llamara la atención de esta ciudad. Así que viajamos en tren directamente a Yogyakarta, atravesando la primera noche casi toda la isla de Java.

Yogyakarta es considerada como la capital cultural de Java, por sus batiks, ballets, teatros de marionetas, etc. Es parada obligada para los viajeros que quieren visitar Borobudur y Prambanan, dos de los monumentos más visitados de Indonesia. En las calles Malioboro y Sosrowijayan (Sosro) nos encontramos muchísimos extranjeros. A pesar de ser una ciudad con turismo, para la concepción metropolitana de los occidentales, Jogja supone un gran contraste. A primera vista, notamos una gran diferencia entre las ciudades de Malasia y Yogyakarta: mayor aglomeración de personas, el estado de las calles y los edificios, caos de circulación, más motos y rickshaws que coches.



Recopilando alguna información histórica, el Sultanato de Yogyakarta es uno de los dos sultanatos en que fue dividido el Sultanato de Mataram cuando llegaron los holandeses en el siglo XVIII. El apoyo del Sultán de Yogyakarta a Sukarno fue esencial en la proclamación de independencia de Indonesia y en la derrota de los japoneses. Por este motivo se le concedió a Yogyakarta un estatus de Región Administrativa Especial en la que el Sultán sería gobernador vitalicio. Actualmente, Yogyakarta es la única región de Indonesia que mantiene la monarquía. Durante dos años, en la década de los 50, fue la capital de Indonesia, cuando Jakarta estuvo ocupada por los holandeses.

¿Cómo llegamos a Yogyakarta?
  • bus Melaka – KLIA. En Melaka, el ticket se compra dentro del hospital Mahkota Medical Centre y se coge justo al lado del mismo. Sale a las 8:00. 2 horas y media hasta el aeropuerto. 22 RM (5€).
  • volamos desde Kuala Lumpur (KLIA) a Jakarta con Air Asia. Facturando la mochila. Pagamos unos 65€ cada uno.
  • Bus aeropuerto Jakarta – estación de trenes Gambir. Duraba una hora y media pero tardamos tres horas. 25.000 IDR (1,83€).
  • Tren Jakarta (Gambir) – Yogyakarta (Tugu). Sale a las 21:00 aproximadamente. Hay otro a las 9 de la mañana. Dura unas 7 horas. Billete primera clase: 390.000 IDR (28,50€).

La estación de Gambir es un caos. De todas las taquillas para venta, solamente había tres operativas para los cientos de personas que estaban esperando. Todas ellas con colas enormes y una total desorganización. Si vas a Jogja ese día se compra en una taquilla, si vas por la mañana del día siguiente, en otra.

No era nuestra intención perder una noche durmiendo cerca de Gambir, sino conseguir una plaza en el tren de las 21:00, algo que parecía imposible. Llegamos al aeropuerto de Jakarta a las 17:00 y el bus hasta Gambir tardó tres horas. Eran las 20:15 cuando entramos en la desastrosa Gambir.

Ya lo habíamos experimentado en Malasia, pero nunca habían intentado colarse delante de nosotros tan descaradamente como en Indonesia. Algunas estaciones de tren, como Gambir, tienen militares controlando el acceso y hay que mostrarles el pasaporte para pasar. Estos agentes, además de su función, admiten propinas y un papelito con tus datos, que amablemente entregan en la taquilla a cambio de un billete de tren, sin esperar turno alguno.
Por suerte conseguimos un billete en el penúltimo vagón, por supuesto, no nos dieron opción a elegir en qué clase queríamos viajar, sino que directamente nos dieron la más cara. Sin embargo, nos alegramos, pues ni siquiera estos vagones estaban limpios ni libres de cucarachas.

Estábamos tan cansados que las siete horas de trayecto las pasamos durmiendo. A las 4:00 llegamos a la estación de Tugu, en Yogyakarta. Los callejones Jl. Sosro Gang I y II, donde pensábamos alojarnos están muy cerca caminando de la estación. Entre un callejón y otro hay un laberinto de callejuelas donde se concentran casi todos los alojamientos baratos. Tuvimos que hacer tiempo hasta las 10 de la mañana para encontrar una habitación libre que nos gustara.

Borobudur es Patrimonio Mundial de la UNESCO y el monumento más visitado de Indonesia. Es un lugar de peregrinación y el templo budista más grande del Mundo. Se empezó a construir en el siglo VIII bajo la dinastía budista Sailendra, de Java central y fue terminado unos 75 años después, hacia el año 860.

Tiene nueve niveles, los seis primeros son cuadrados y los tres últimos, circulares. Caminando por cada uno de ellos encontramos más de 2.600 paneles de piedra labrada con inscripciones en relieve y 504 estatuas de Buda. Para reducir la humedad generada por las lluvias, debajo de cada planta se ha instalado un sistema de drenaje, aún así, la piedra está muy deteriorada por el moho.

En el nivel superior había originalmente 72 figuras de Buda dentro de estupas perforadas. Actualmente no todas tienen estatua dentro. Dos de ellas están destapadas, una orientada hacia el nacimiento del sol. Curiosamente, la gran estupa que corona el templo, no tiene ningún Buda.

A pesar de su enorme tamaño (su base cuadrada es de 123 metros de lado y su punto más alto está a 35 metros) permaneció oculto durante casi 800 años en la jungla entre las cenizas de los dos volcanes próximos. Se cree que las erupciones próximas al año 1000 provocaron que la capital del Reino se desplazara hacia el Este de Java, perdiendo importancia el lugar. Otras teorías afirman que una época de hambruna despobló la zona y el budismo quedó relegado a un segundo término ante el auge del Islam. Borobudur no fue totalmente olvidado por los locales de la zona. Thomas Raffles en un viaje para inspeccionar Semarang en 1814 fue informado de un gran monumento oculto en la vegetación. Mandó a sus hombres explorar la zona hasta encontrar el monumento.



¿Cómo fuimos?
Queríamos ir al amanecer, cuanto antes mejor, para evitar las aglomeraciones de turistas, pero no nos fue posible, pues la taquilla abre al público a las 6:00 y en las fechas que fuimos amanecía las 5:45. Tendríamos que haber contratado un transporte privado y pagar una entrada especial. En cualquier caso, cuando llegamos el sol todavía estaba muy bajo y fue impresionante ver los primeros momentos del día desde la parte superior del templo. Nos alegramos de ir tan temprano, pues cuando nos íbamos empezaban las visitas escolares.

Comparamos muchas de las agencias que hay en Sosro y alrededores y obtuvimos el mejor precio en Ari, en la misma calle Sosro. Regateando conseguimos pagar cada uno 50.000 IDR (3,65€), sin incluir el precio de la entrada (nos cobraron 190.000 IDR, 13,87€). Sin embargo, cuando estábamos en el acceso al recinto nos dimos cuenta que a la agencia le hacen un precio especial para grupos, que luego no trasladan al cliente, quedándose ellos con la diferencia. Todas las agencias en la zona de Sosro tienen acuerdos entre ellas, de modo que los precios están inflados y es difícil bajarlos.

Nos recogieron en nuestro guesthouse a las 5:00 y hay casi una hora en minivan hasta la entrada del recinto. En el trayecto estábamos atentos al amanecer y especialmente a las nubes, deseando que estuviera despejado cuando llegásemos. En la entrada, nos pusieron el obligado sarong y fuimos lo más rápido que pudimos hacia la parte superior del templo para ahorrarnos, todo lo posible, la presencia de turistas.

Una vez visto el templo, para lo que teníamos algo más de una hora, regresamos hacia el parking atravesando unas galerías interminables de souvenirs. Supuestamente hay un museo junto al templo, cuya visita está incluida en el precio de la entrada, pero no fuimos, pues preferimos recorrer todos los niveles de Borobudur.



También Patrimonio Mundial de la UNESCO. El complejo estuvo compuesto inicialmente por 240 templos, los tres principales dedicados a los tres grandes dioses hindús (Bhrama, Visnu y Shiva). El más importante, en templo central, es el de Shiva de 47 metros.

Fue construido sobre el año 850 coincidiendo con el regreso de la dinastía hinduista Sanjaya y usado como templo real del Reino de Mataram. De forma parecida a Borobudur, fue abandonado cuando se trasladó la capital del Reino tras la erupción del volcán Merapi. Luego la vegetación lo cubrió y fue olvidado hasta que los exploradores de Raffles lo redescubrieron en 1811.

En 1918 comenzó su restauración, hasta la actualidad, viéndose nuevamente muy dañado por el terremoto de Yogyakarta de 2006. Cuando lo visitamos era necesario usar casco en el templo principal.



¿Cómo fuimos?
El mismo día que visitamos Borobudur, pero por la tarde, elegimos ver Prambanan. Preguntando a algunos locales que no tuvieran conexión con las mafias de las agencias de Sosro nos enteramos que es posible ir en transporte público. Para ello, cogimos el bus 1A (3.000 IDR, 0,22€) y nos dejó a unos diez minutos caminando del Prambanan. Es curioso el método para coger el autobús en Jojga: la parada es una construcción algo elevada con un torno, al pasar se paga y se acumula todo el mundo en un espacio muy reducido, esperando a que llegue el bus. Pagamos 170.000 IDR (12,41€) para entrar al recinto.

En ambos monumentos, Prambanan y Borobudur, nos hubiéramos ahorrado bastante con el carné de estudiante o alguno que pudiera parecerse, lástima que no llevábamos ninguno ese día.

Regresamos a Sosro pagando un minivan, de los muchos que esperan a la salida del ballet, reservado en la taquilla, antes de la actuación. 30.000 IDR (2,20€) por persona.

Había demasiados turistas cuando lo visitamos, además los plásticos de los restauradores y los efectos del último terremoto eran demasiado visibles. Nos gustó más ver los impresionantes templos en su conjunto desde lejos.

No nos extendimos mucho en la visita al recinto principal, pues sabíamos que cerraban muy pronto. Después nos dirigimos hacia el norte, hacia los templos Sewu. Se encuentran en un estado todavía peor que los principales pero, al estar alejado de los templos principales, ese grado de destrucción, la ausencia de visitantes y la escasez de luz del atardecer le daban un encanto especial.




También queríamos ver el ballet nocturno del teatro anexo a Prambanan, una vez pagada la entrada al Prambanan hay unas oficinas en el interior donde compramos la entrada más económica (100.000 IDR, 7,30€). Después de ver Candi Sewu deshicimos todo lo que habíamos caminado hasta llegar al teatro.

El ballet del Ramayana es la representación fantástica de la conocida historia hindú. La disposición del escenario totalmente abierto, con los músicos a ambos lados completamente visibles, parecían otorgar la misma relevancia a la interpretación que a la música. Es un espectáculo mudo, solamente la música marca el nivel de intensidad, centrando toda la atención en los movimientos de los actores, especialmente en sus manos. 

Para comprender la obra y no ser víctima del sueño fue imprescindible leernos antes un folleto sobre la historia y tener mucha imaginación. Con independencia de lo peculiar del ballet, lo recomendamos por su escenario delante de los templos iluminados del Prambanan.



Birds Market
Los días que llevábamos en Jogja nos habían permitido observar que en Indonesia tienen gran afición por las aves. La inmensa mayoría de las casas, hoteles, tiendas, tiene al menos una jaula con pájaros. En este mercado, además de pájaros enjaulados, gallinas, serpientes y peces, había varias tiendas de perros y gatos y otra más camuflada (evidentemente ilegal) donde vendían leopard cats, lechuzas y monos. Merece la pena el paseo, aunque, en las últimas tiendas, te sientes impotente al ver animales salvajes encerrados y en pésimas condiciones. Para llegar cogimos un rickshaw desde Sosro (30.000 IDR, 2,20€, dos personas).



Kraton
Es el palacio o residencia principal del Sultán de Yogyakarta. Son grandes patios con edificios bajos usados para audiencias y museos. Es uno de los lugares recomendados en las guías y que la gente suele visitar. Nosotros también lo hicimos, sin embargo, no lo recomendamos, no tiene nada de interés. Está muy mal conservado, especialmente las salas de museos, con cuadros de familia expuestos y utensilios de cocina de la casa del Sultán. En otros muchos lugares está restringido el acceso a visitantes. Precio: 12.500 IDR (0,92€).



Mercado especias y frutas
Su nombre completo es Beringharjo Market, está en Jl. Malioboro. Este mercado tiene dos secciones, una la que está junto a dicha calle, en la que solo venden batiks. Y, atravesándola, hacia el final se accede a otro edificio, sin turistas, donde encontramos los puestos de especias y frutas. Es totalmente local y casi ningún vendedor habla inglés. Es muy interesante ver cómo los indonesios hacen aquí su compra. No nos libramos de los puestos de pescado seco que tanto detestamos por su olor.







Castillo del agua (Tamansari)
En la entrada había voluntarios que querían practicar inglés. Así que durante todo el trayecto nos acompañó uno, explicándonos muy bien su historia y guiándonos por cada una de sus secciones. Sin su ayuda hubiera sido complicado verlo todo, pues los diversos puntos de interés están repartidos en un laberinto de callejuelas. A cambio, solo nos pidió nuestra dirección de Facebook.


Fue construido por el Sultán en el siglo XVIII como lugar de recreo. Ha sufrido los efectos de los frecuentes terremotos de Indonesia, por lo que gran parte ya no se conserva y solo es posible hacerse una idea de cómo fue. Incluso tenía una isla central, rodeada por un lago artificial. Sí que mantiene una extraña mezquita circular de dos niveles, uno para mujeres y otro para hombres, conectados por escaleras entrelazadas. Para acceder a la misma hay que atravesar un agrietado túnel. Precio: 10.000 IDR (0,73€). Cierra muy pronto.



Alojamiento
Nos alojamos en Utar Losmen. Habitación doble, wifi, desayuno muy abundante y baño dentro de la habitación, sin agua caliente. 120.000 IDR (8,76€) por noche. Para encontrar alojamiento en las entradas a Sosrowijayan Gang I y Gang II (Sosro I y II) hay relaciones públicas que se ofrecen a llevarte al guesthouse de su conveniencia. Para no pasearnos en balde, dejamos claro nuestro precio máximo. Así llegamos al Utar Losmen. Nos supuso 3 ó 4 paseos memorizar el camino de salida hasta Gang II, pues esas calles son verdaderos laberintos.

Comidas
En Sosro y proximidades comimos y cenamos todos los días. Había un restaurante, accediendo desde Malioboro a la izquierda, con un cartel de cerveza Bintang, donde comimos la mayoría de las veces. Era barato y comida aceptable. La comida en Yogyakarta, para nuestro gusto era mucho menos variada que en Malasia. No nos atrevimos con algunos warungs que hay en la calle de la estación de trenes.

Hay un restaurante español: Mi casa es tu casa. No es nada destacable y sí muy caro. Es curioso la cantidad de españoles que comen allí, suponemos que como nosotros, una vez y no repiten más. También hay algún otro de comida italiana, a precios más altos.

Nos recomendaron un restaurante donde sirven serpiente cobra, guisada o en pinchitos (cobra sate), pero abandonamos Yogyakarta sin comer alli. Confiamos en probarla más adelante en otro lugar de nuestro viaje.

Como nota adicional, comentaremos que en Jojga a muchos turistas intentan engañarles con batiks: en los alrededores de Malioboro multitud de tiendas ofrecen batiks, con o sin calidad, a precios desorbitados, fingiendo ser el lugar donde los fabrican. No es cierto. Tras indagar llegamos al Novi Art Centre, donde supuestamente sí que los hacen. Tampoco podemos dar seguridad de ello, ni de la calidad de los batiks, pues no compramos ninguno. Los precios sí eran más baratos.

RESUMEN DE GASTOS (media diaria por persona):
Alojamiento: 60.000 IDR (4,38 €)
Comida y agua: 58.000 IDR (4,23 €)
TOTAL: 118.000 IDR (8,61 €)

ENTRADAS (Borobudur, Prambanan, ballet nocturno y desplazamientos): 543.000 IDR (por persona) (39,70 €)


Estuvimos en Yogyakarta del 3 al 6 de julio de 2013








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