Ya habíamos dejado
Málaga y volamos hacia Berlin. Escala de varias horas allí, vuelo
hacia Abu Dhabi, otra escala y llegaríamos a Singapur después de 27
horas. En esas primeras horas llevaba comida sin gluten en mi mochila de
mano, así que, junto con fruta y agua que compré en los aeropuertos,
no tuve inconveniente alguno.
Es tranquilizador que en
Singapur, Tailandia y en la mayoría de ciudades de Malasia hay
muchos supermercados y tiendas 24 horas (7-Eleven y similares). Si
bien no venden productos etiquetados sin gluten (salvo excepciones),
siempre podía comprar zumos, fruta, leche, batidos, yogures,
patatas fritas...
Esos primeros días del
viaje me alimentaba de dichas tiendas y platos muy simples de arroz
y, a veces, con pollo y verduras. Por supuesto, refrescos, zumos y
fruta hay en todas partes. Dosificaba todo lo posible las cookies y
el pan sin gluten que me había llevado. Le temía al momento en que
se me terminasen.
Algo útil y recomendable
es, una vez localizados los productos en alguna tienda cerca del
hotel, buscar en Internet el email y preguntar directamente al
fabricante si es glutenfree. Aunque frecuentemente no obtuve
respuesta, a veces sí tuve suerte, como en el caso de Unilever y
Nestle, que me aseguraron que funcionaban como en Europa,
remitiéndose a los alérgenos y a los ingredientes etiquetados.
Nunca hubiera imaginado que en todos los países visitados hasta
ahora podría comer helados de estas marcas!
En Malasia e Indonesia venden unas patatas fritas tipo Pringles, son las Jackers y especifican que son glutenfree. También lo son los crackers Fantastic, que se venden en Malasia, Tailandia e Indonesia. Creo que también los había visto antes en España.
Se dice que la alimentación en Asia está basada en el arroz. Antiguamente sería así, ya no. Sí, claro que hay platos de arroz, pero más aún hay de noodles de trigo y, por supuesto, todos condimentados con nuestra odiada salsa de soja. Y salsa de ostras, de pescado, dulce, de cacahuetes, picante, de tomate... todas con trigo, además de los polvos de sabor o maggi, siempre presentes y siempre con gluten.
En Malasia e Indonesia venden unas patatas fritas tipo Pringles, son las Jackers y especifican que son glutenfree. También lo son los crackers Fantastic, que se venden en Malasia, Tailandia e Indonesia. Creo que también los había visto antes en España.
Se dice que la alimentación en Asia está basada en el arroz. Antiguamente sería así, ya no. Sí, claro que hay platos de arroz, pero más aún hay de noodles de trigo y, por supuesto, todos condimentados con nuestra odiada salsa de soja. Y salsa de ostras, de pescado, dulce, de cacahuetes, picante, de tomate... todas con trigo, además de los polvos de sabor o maggi, siempre presentes y siempre con gluten.
Como nota curiosa, he
tenido que mirar una a una todas las botellas de salsa de soja de
muchos supermercados en Asia, buscando alguna que especificase
glutenfree. Pues bien, suelen llevar del 20 al 25% de trigo. Si me
echan eso en mi arroz ya no es contaminación cruzada, ya es como si
me como un trozo de pan.
Gracias a la tarjeta sin
gluten en malayo, las palabras que aprendí en su idioma, a
los gestos y a la experiencia que se va ganando, me fui atreviendo
con platos locales de arroz. Montar el numerito cada vez que pedíamos
era frecuente, también que viniese el del local de al lado porque sabía un poquito más de inglés.
Igual de cierto es que se
puede viajar sin gluten, sin fechas a cualquier país, como que comer
sin gluten en determinados países es insoportablemente aburrido. Lo
único necesario para un viaje como el nuestro es asumir que para
comer perfectamente sin gluten está la casa de cada uno. Ni siquiera en España es 100% cómodo salir a comer fuera. Si se le
añade la barrera del idioma y la cultura nula sobre la dieta sin
gluten, pues todo se complica más.
No negaré que he pasado
situaciones incómodas en las que, tras especificar una y otra vez
cómo quería mi plato de comida, me traían un plato con pollo
rebozado o con salsa de soja. Otros, sentía la más profunda apatía
antes de salir a comer por enésima vez arroz blanco con atún de
lata y huevo frito. Pero de cada una de esos momentos se adquiere una
experiencia incalculable, que será imprescindible para el día a día
del viaje.
Del mismo modo, es
decisión personal si fiarse del etiquetado. Tampoco esto es fácil
en algunos países. En Tailandia, por ejemplo, es imposible pues, salvo algunos productos, solo vienen los ingredientes en thai, con su
caligrafía ilegible. Reconozco que, en determinados momentos, para
salir de la monotonía he recurrido a comida de algún supermercado
guiándome únicamente la lectura de los ingredientes.
Próximamente, consejos sin gluten de cada país que hemos visitado: hay tiendas y supermercados donde encontrar pan y otros productos específicos sin gluten!
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