¡Comienza nuestra
aventura por Sudamérica! Hemos sobrevivido a tres días de avión y
despertado en una ciudad encantadora. No sería fácil describir
Bogotá en solo un párrafo de introducción, así que solo te adelantamos que
es fácil olvidar su pasado de ciudad peligrosa con lugares como
Monserrate, las calles coloniales y museos de La Candelaria y con la
amabilidad de su gente. Pero no solo eso, sigue leyendo, que te
contamos por qué nos gustó tanto Bogotá.
Bogotá
surge tras la conquista de la Sabana de Bogotá por Gonzalo Jiménez
de Quesada, que con una expedición de 500 hombres partió hacia el
sur desde Santa Marta en 1538. El inicio de la ciudad se ubica en el
ahora llamado Chorro de Quevedo, en La Candelaria, lugar desde donde
se podía divisar toda la Sabana. Allí construyeron algunas cabañas
y una capilla. La ciudad fue denominada Nuestra Señora de la
Esperanza, pero en su fundación oficial, un año después, se
renombró como Santa Fe. En 1991 volvieron a cambiarle el nombre a
Santa Fe de Bogotá, y más tarde, en 2000, definitivamente se
terminó llamando solo Bogotá.
Antes
de contar nuestra visita, diremos que los antiguos nombres dados a
las calles de las ciudades de Colombia fueron reemplazados por calles
y carreras. En Bogotá las calles son las que están dirigidas al
Cerro Monserrate y las carreras son perpendiculares a las calles. En
general, en Colombia, las calles van de este a oeste y las carreras
de norte a sur.
La Candelaria
No podíamos empezar a
descubrir Bogotá sin pasear por su centro histórico y cultural, La
Candelaria. Está repleta de visitantes que suben y bajan por sus
callejones parando a observar sus casas coloniales, toman fotos en la
Plaza de Bolívar, entran en los museos y hacen una pausa en sus
muchas cafeterías y restaurantes. Pero no solo turistas se ven por
aquí, sino que casi en igual número, familias y estudiantes
frecuentan sus calles. El nombre de La Candelaria proviene de la
Iglesia Nuestra Señora de la Candelaria, de origen colonial y que inicialmente fue un convento creado por los agustinos. Se encuentra en calle
11 con la carrera 4.
Para llegar hasta La Candelaria caminamos por toda la carrera 7, desde el Parque de la
Independencia hasta la Plaza de Bolívar. Cerca del Parque
de la Independencia están los edificios altos, centro de negocios,
grandes bancos y hoteles más lujosos. En el otro extremo de la carrera,
alrededor de la Plaza de Bolívar hasta Monserrate, el barrio de La
Candelaria. La carrera 7 está repleta de actividad, montones de
tiendas, gente entrando y saliendo, puestos de fruta, de churros, de
ropa, de cds musicales con vallenatos
a todo volumen...
Llegamos a la Plaza Bolívar, la principal de Bogotá. A su alrededor encontramos la
Catedral Primada de Colombia, de estilo neoclásico y sede del
Arzobispo de Colombia, u Obispo Primado, de ahí su nombre. También,
el Capitolio Nacional, el Palacio de Justicia y el Palacio Liévano,
donde se encuentra la Alcaldía de Bogotá.
Además, en la esquina
con la carrera 7, está la Casa del Florero, o Museo del 20 de julio.
Ese día de 1810 algunos vecinos criollos acudieron a pedir prestado
un florero a la tienda de un español situada en esa esquina. Sabían
que lo iba a negar, pero el motivo real era crear la discusión con
el español para llegar al enfrentamiento cuyo resultado final fue la
independencia de Colombia. Se ha mantenido la fachada intacta, pero ahora en su interior está el Museo de la Independencia.
De casualidad, nos unimos a una visita guiada a pie que parte de la oficina de información de turismo que hay en la Plaza Bolívar. Dura dos horas, es gratuita y muy recomendable para conocer la historia de los edificios del centro histórico. Hay dos al día, a las 10 y a las 14.
Si se reserva con mucho
adelanto también es posible visitar el interior del Palacio de
Nariño, donde se encuentra la Presidencia de la República. Si no,
solo se puede ver por fuera, desde la carrera 8, que a esa altura
está cortada al tráfico y con un fuerte control militar.
Caminamos hasta el
Chorro de Quevedo, lugar donde hay varios bares que ofrecen
chicha, la típica bebida colombiana de maíz fermentado. Al lado
está la calle del Embudo, que da a la Plaza del Mercado.
En el Chorro de Quevedo,
lugar donde se produjo el primer asentamiento español en la ciudad,
el agustino Padre Quevedo instaló una fuente pública de agua en
1832 que perduró hasta 1896 cuando se cayó un muro y terminó con
la fuente.
En La Candelaria además
hay varios museos muy interesantes, a precios muy bajos o
gratuitos. Así visitamos el de Museo de Botero y la Casa
de la moneda, que están conectados. También fuimos al Museo
del Oro que contiene una enorme exposición de objetos en oro
anteriores a la Conquista agrupados por períodos históricos y zonas
del país, así que nos permitió comprender bien la historia
precolombina a través de la orfebrería del oro. La entrada al Museo
del Oro es 3.000COP. Los domingos, gratis.
Además de los museos que
hay en La Candelaria, también puede ser intersante el Museo
Nacional de Colombia que está en la carrera 7, cerca del Parque
de la Independencia. Es el más antiguo del país y muestra
colecciones de arte representativas de los diferentes períodos del
país. Entrada gratis. Cierran los lunes.
Los bogotanos
están muy a favor de la bicicleta, es por eso que cortan la carrera
7, convirtiéndola en ciclovía los domingos. Como uno de los días
que estuvimos en Bogotá era domingo, pudimos comprobar el éxito de
esta propuesta y la enorme cantidad de ciclistas que salen a pedalear
por el centro de la ciudad.
Justo el domingo es el
Mercado de las Pulgas, aunque montan dos, el que está en la
carrera 7 con la calle 24, es el auténtico. Lo promocionan como el
único museo que se puede tocar, y con razón, pues aquí se encuentra cualquier cosa. Cacharros de todo tipo, antigüedades,
ropa, comida, etc.
Monserrate
No existe mejor visión de la capital de Colombia que la que se tiene desde el cerro Monserrate. Así que el domingo, aprovechando que el día estaba despejado subimos a esta emblemática montaña, muy conocida por los colombianos, a la que normalmente suben este día de la semana.
Para llegar a la base de
Monserrate desde La Candelaria hay que seguir la calle 13. Hay tres
opciones para subir: caminando, en teleférico o en funicular. La
primera opción es recomendable si te apetece más de una hora
subiendo hasta la cima o ahorrarte los pesos de las otras dos
opciones.
En la cima, se encuentra
el Santuario del Señor Caído de Monserrate, además de puestos de
comida, souvenirs, cientos de visitantes y las vistas sobre toda la
ciudad, que es principalmente lo que buscábamos nosotros.
Pretendíamos subir caminando, pero tras los días de viaje desde
Australia y la altitud a la que nos encontrábamos (Bogotá está a
2.650 metros y Monserrate a 3.150), preferimos subir en teleférico o
funicular.
No es recomendable subir
caminando cualquier día de la semana que no sea domingo, pues son
frecuentes los robos en el trayecto. Los precios son iguales para
funicular y teleférico son 4.700COP por trayecto los domingos y
8.200COP el resto de días.
Catedral de Sal y Guatavita
El último día en Bogotá salimos de la ciudad para visitar Zipaquirá y la famosa Catedral de Sal y, cerca de allí, Guatavita, conocida por la leyenda de El Dorado de la laguna Guatavita. Mucha gente opta por un tour organizado desde Bogotá, pero nosotros fuimos por nuestra cuenta.
La
Catedral de Sal es considerada la primera maravilla de
Colombia. En un principio no teníamos seguro que nos interesara, pero finalmente decidimos ir. Está
construida en una región montañosa de la que extrae sal. Hay que tener en cuenta que la
Catedral que se visita en la actualidad no es la original, pues fue cerrada al público en 1990, por falta de seguridad.
Esa primera Catedral fue
inaugurada en 1953 aprovechando las cavidades ya excavadas por los
indígenas siglos antes partiendo del hecho de que los mineros
colocaban imágenes en los agujeros de las minas y rezaban antes de
empezar cada jornada. Como esa catedral se volvió inestable,
en 1991 inauguraron la actual en otra ubicación próxima. Ésta es
más un bonito reclamo turístico, obra del arquitecto colombiano
Roswell Garavito, aunque cada domingo se celebra en su interior la
misa de las doce.
Nos gustó visitar este
lugar, por lo curioso que resulta que hayan excavado todo ese espacio
con esa orientación mezcla de reclamo turístico y religioso. Han
decorado las capillas con luces y el recorrido guiado es interesante. En su interior hay capillas con cruces talladas en sal y mármol a modo de viacrucis, capillas y la nave central, de 16 metros de alto. Lo que no nos gustó nada fue el final del recorrido, con una
especie de vídeo a base de luces LED en el techo de una nave y una
amplia sección dedicada a la venta de souvenirs, donde el guía
insistía en que comprásemos esmeraldas y joyas.
La entrada más económica
incluye la visita guiada y dura aproximadamente una hora. Entrada:
23.000COP. Abierto de 9 a 17:30.
Tras la Catedral de Sal,
caminamos por el centro de Zipaquirá, que es agradable para visitar,
pero mucho más lo es Guatavita, así que fuimos en bus hasta este
otro pueblo.
No debe confundirse la
Laguna de Guatavita con el embalse del Tominé, que está junto al
pueblo Guatavita. Como no teníamos tiempo para ver ambos, nos decidimos por ir solamente al pueblo y no fuimos a la laguna.
La laguna fue un lugar ceremonial
para los indígenas que veneraban a la Diosa del Agua, mediante
ceremonias en las que se arrojaban objetos de orfebrería en oro como
ofrendas al fondo. Los nativos no veían el oro como
algo valioso, sino como una forma de acercarse a los dioses. Cuando
llegaron los españoles saquearon Guatavita e intentaron desaguar la
laguna, sin éxito. Posteriormente una pequeña parte de la orfebrería expoliada ha sido
devuelta a Colombia y algunas se exponen en el Museo del Oro de
Bogotá. Para ir a la Laguna de Guatavita hay que tomar el desvío a
7 kilómetros de Guatavita.
La ubicación original
del pueblo Guatavita estaba donde ahora se encuentra el embalse del
Tominé, pero en 1967 reconstruyeron Guatavita La Nueva, siguiendo la
misma arquitectura colonial en su ubicación actual. El embalse del
Tominé abastece agua y electricidad a Bogotá.
Guatavita La Nueva es un
pequeño municipio de unos 5.000 habitantes que nos gustó mucho por
tener las casas tan cuidadas, en pendiente, desde las montañas hasta
el embalse. Nos detuvimos un buen rato en la plaza del pueblo, y
desde ahí caminamos por sus tranquilas y bonitas calles hasta que
empezó a oscurecer y decidimos volver a Bogotá.
Así fuimos a la Catedral
de Sal desde Bogotá:
- Transmilenio (bus público) hasta el Portal Norte, o Portal 170, por 1.700COP.
- Bus a Zipaquirá por 4.200COP. Pedimos que nos parasen cerca de la Catedral de Sal.
- Atravesamos el pueblo hasta la entrada de la Catedral en unos 15 minutos.
De Zipaquirá a
Guatavita:
- Caminamos hasta la Terminal de bus de Zipaquirá.
- Perdimos el bus a Guatavita de las 13, y como el siguiente era tarde fuimos en
- Bus a Briceno, por 2.500COP.
- Bus a Guatavita, por 5.500COP.
De Guatavita a Bogotá
hay autobuses hasta el Portal 170 por 8.000COP.
Bogotá es una ciudad en
la que se debe tener especial precaución para evitar robos, pues
parecen frecuentes hasta en las calles más turísticas de La
Candelaria. También se escucha el paseo millonario, para evitar
cualquier inconveniente, si es posible, llamar por teléfono a una
línea de taxi. Además, si no quieres que te engañen con el precio, mira la página denunciealtaxista.com que tiene un calculador de tarifas.
Alojamiento
El primer día, después
de tres días de vuelos desde Australia, reservamos una habitación
en el hostel Tip Top, por 40.000COP. Necesitábamos descansar antes
de conocer a nuestro host de couchsurfing. Pero en este hostel, bien
ubicado en La Candelaria tienen un descontrol impresionante, así que
nos dieron la habitación por la tarde. No lo recomendamos, excepto porque está en La Candelaria, cerca del Chorro de Quevedo.
El resto de días nos quedamos en casa de
nuestro host de Couchsurfing, en Teusaquillo, a 20 minutos caminando
a pie de La Candelaria.
Comidas
En Bogotá, descubrimos
los almuerzos corrientes, o corrientazos. Por una sopa caliente y una
bandeja con carne, papa, yuca, arroz, jugo y ensalada pagamos de
6.000 a 8.000 COP.
Como podíamos cocinar en
casa de nuestro host de couchsurfing compramos en el supermercado
Éxito de la carrera 7 y en las plazas de mercado.
Queríamos probar el
ajiaco, el plato típico de Bogotá. Para comerlo sin precio de
turista, fuimos al San Felipe (calle 12 con carrera 4).
El día que fuimos a
Guatavita, comimos otro corrientazo, en el Charlie.
RESUMEN DE GASTOS
(media diaria por persona)
Comida y bebida:
13.240COP (5,21€)
Alojamiento: 1 noche
hostal (40.000COP), resto couchsurfing
TOTAL: 13.240COP (5,21€)
Estuvimos en Bogotá
del 8 al 12 de agosto de 2014
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